viernes, 27 de abril de 2012

Hoy es el 709 Aniversario de la Autonomia Santiagueña...¡¡¡ Viva don Juan Felipe Ibarra !!!



La autonomía santiagueña se logró en medio de un país sin autoridades nacionales, y con un jefe militar que buscaba crear la República del Tucumán anexando las provincias vecinas. Fue Juan Felipe Ibarra quien, al mando de las milicias rurales, entró a la ciudad a expulsar a los tucumanos en una histórica batalla que se desarrolló en plena calle y terminó con la declaración autonomista un mes después.
Aunque la autonomía de Santiago la recordamos el 27 de abril, en conmemoración de la declaración firmada por la asamblea departamental que tuvo lugar en 1820, el verdadero salto autonomista se dio un mes antes, en la batalla en que Ibarra irrumpió en la ciudad para expulsar a los militares tucumanos que habían venido a apurar una dudosa elección.
El gobernador tucumano Bernabé Araoz buscaba extender los tentáculos de su gobierno por el norte argentino, después de la caída de las instituciones centralistas en la batalla de Cepeda. Así, se decidió a crear la República de Tucumán, con la anexión de Santiago y Catamarca. Salta, Jujuy y La Rioja seguían en sus planes a futuro. Con sus contactos en Santiago mandó a realizar una elección para que Santiago enviara dos diputados ante Tucumán, con el objetivo de crear una asamblea y sancionar luego una constitución de esta insipiente nueva república. Para esta elección, el gobernador tucumano envió cincuenta hombres al mando del capitán Juan de Echaurri, que controló los comicios en los que electos Juan José Lami y Santiago Palacio.
Los integrantes del partido autonomista, muchos de los cuales habían sido impedidos de participar de la elección a la fuerza, decidieron recurrir a la fuerza.
En la zona del Salado, en los límites de la provincia vivía un joven Juan Felipe Ibarra, que capitaneaba a las milicias populares que custodiaban la frontera en el Fuerte de Abipones, donde contenía el ataque de los indios chaqueños.
Con 33 años, Ibarra había participado de la primera expedición militar al Alto Perú, luchado en la batalla de Huaqui, en Las Piedras, y en las históricas batallas de Tucumán y Salta. En Abipones, Ibarra no sólo era un jefe militar sino también un hacendado. Sus hombres tenían una doble relación de dependencia con él, ya que eran a la vez peones y milicianos, vivían en sus tierras y lo compartían todo.
Ibarra tenía lazos con algunos miembros del partido autonomista en la ciudad, y buenas relaciones con los caudillos federales más importantes del país, incluido Artigas, en la Banda Oriental.
Ante los arrebatos de Araoz y Echauri, los autonomistas de la ciudad recurrieron al caudillo de Abipones, que sin dudarlo marchó con un nutrido grupo de hombres y caballos durante varios días rumbo a Santiago.
La recuperación
Ibarra y sus hombres entraron en la ciudad en la madrugada del viernes santo. Los ritos religiosos que se celebraban en el convento de Santo Domingo fueron interrumpidos por la descarga de fusiles y los gritos de los hombres de Ibarra y Araoz que se trabaron en combate en plena ciudad.
Ibarra había entrado confiado. No sólo confiaba en sus hombres, sino que además contaba con el respaldo, ante cualquier eventualidad, de Estanislao López desde Santa Fe, y sobre todo de Martín Miguel de Güemes desde Salta, quien también veía peligrar la autonomía de su provincia porque Bernabé Aráoz quería invadir todas las zonas vecinas.
La intervención de los caudillos amigos de Ibarra no hizo falta. La batalla duró un par de hora y Echague y sus hombres terminaron huyendo y la ciudad rendida a los pies del caudillo federal santiagueño.
La figura de Ibarra cobró tanta fuerza que fue elegido como gobernador, en medio del contexto de incertidumbre. Fue el propio Ibarra quien luego convocaría a una asamblea con los representantes de los departamentos para organizar la provincia, y declarar la autonomía el 27 de abril de 1820.
El profesor Alén Lascano (miembro de la Academia Nacional de la Historia) traza el paralelismo de estas fechas de la historia santiagueña con las que se recuerdan en la historia nacional. Escribe, en su Historia de Santiago del Estero: “el 31 de marzo de 1820 asume para Santiago del Estero la significación del 25 de mayo de 1810. En ese evidente paralelismo de lo nacional con lo local, el 27 de abril de 1820, fecha de la solemne declaración de autonomía, equivale al 8 de julio de 1810, y merece la reverencia del pueblo santiagueño”.

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