Raúl Domínguez, el valiente empleado de Rentas asesinado. |
Esto es así y el gobierno y sus aliados han encontrado “el tema” para entretener a la gilada durante diciembre y parte de enero: descubrieron que dos o tres pícaros sellaban sus impuestos en timbradoras apócrifas. Dos o tres pícaros de los cuales al menos uno no salía, hasta hace menos de una semana, de los despachos oficiales de la Casa de Gobierno; más concretamente del Ministerio de Gobierno. Que incluso recibió favores como si fuera empresario de la construcción del mismísimo gobernador Gerardo Zamora. ¿Qué cosa rara? De todo esto no se habla. No se trasmite.
¡Qué bueno sería contarle a la opinión pública toda la historia, como que uno de los detenidos salió del riñón de ese maridaje de radicales y Bases Peronistas!
El empleado valiente
Además, tanta alharaca por dos o tres vivillos cuando sigue pendiente el esclarecimiento del asesinato del empleado de Rentas, Raúl Domínguez, a quien se descuartizó por el único “error” de haber actuado con valentía y ser capaz de denunciar, con nombres y apellidos, a quiénes estafaron en sumas exorbitantes al erario público pagando sus sellados en timbradoras truchas.
Como Domínguez se mantuvo siempre firme y no cambió ni una coma de su declaración inicial, desapareció de Delitos Económicos luego de haber dictado su cuarta “testimonial”.
¿Dónde está ese expediente? ¿Cuándo van a salir con bombos y platillos y con fuegos de artificio anunciando el allanamiento y la detención de los policías que “entregaron” a Domínguez para que lo “asustaran” y cambiara su declaración?
La ciudadanía está aguardando esos operativos espectaculares con policías esposados y funcionarios y/o fuertes inversionistas que aparezcan en grandes titulares llevados a declarar en Tribunales; más los largos y continuos allanamientos en fincas, departamentos, vehículos y tantos otros lujos.
Los que creen que el santiagueño ha olvidado a Domínguez están equivocados, sobre todo los fiscales, los jueces y los abogados que dicen “defender” a la familia del infortunado empleado, y que neutralizan al expediente para que nadie hable más del tema.
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